A LA SOMBRA DE LOS MIEDOS Y LAS MUERTES

A LA SOMBRA DE LOS MIEDOS Y LAS MUERTES

EL FALSO CUENTERO

Escribir un cuento no es ni ha sido núnca una tarea fácil. No es tomar algo al azar y llenar de garabatos unas cuantas cuartillas. Pero mucho peor es cuando debes contar una historia creíble ante alguien que ha vivido más de medio siglo alimentandose con su lucrativo negocio de cuentero. Puñetero negocio que a él le da todo y a mí ni los buenos días porque eso de que las musas llegan es pura fantasía. Las musas están sí, pero revoloteando de aquí para allá en un constante vuelo que no las lleva a parte alguna y solo lo hacen por diversión; claro está, si ya cada una tiene su futuro asegurado en el Olimpo y nada que las distraiga. Ya quiciera verlas corriendo detrás del bus o tamborileando con sus hermosos y delicados deditos sobre el volante del auto en una congestionada avenida. Me gustaría ver sus caras en la cocina preparando la comida de los hijos. Ahí sí tendrian que poner a funcionar el don de la creación.
Y ahí sigue él, esperando por ese maldito cuento que prometí entregar para la tirada de hoy.
Esta es mi primera publicación en la revista después de largos meses luchando para ocupar el puesto... puesto de patitas en la calle me veo si no me pongo a escribir.
"Era una tarde cualquiera de un día cualquiera, en cualquier lugar..." Basura. ¿Quién dijo que yo era escritor? Sí... ya sé que yo mismo fuí quien lo dijo. Pero necesitaba el trabajo. "Jefe del departamento literario." Suena bonito cuando hay otros que escriben y tú solo tienes que supervisar. Bueno, eso de supervisar suena demaciado falso cuando solamente leía algunos relatos y estampaba mi firma con un "APROBADO" casi tan grande como mi ignorancia literaria.
Allá viene otra vez con sus obsoletos lentes apoyados en la punta de la nariz y el habano entre los dedos. No sé para qué si jamás ha fumado... será que eso lo hace más importante... bueno, cada cual a su vida.
Y... hablabdo de vida. ¿Qué puñeta será de la mía cuando descubran este plagio de personalidad".
¿Por qué tuvo que agarrar lo que estaba escribiendo? Son solo las reflexiones de un futuro desempleado... ¿?... las está leyendo... me está mirando por encima de los lentes...
_ Muy bien Sergio. Buen trabajo. No me equivoqué al nombrarlo como jefe del departamento. Este cuento encierra una gran enseñanza y una denuncia al engaño. ¿Cual es el título?
_ El... título... el... "El Falso Cuentero"






MIEDO

Andaba descalza por la suave pendiente que conducía hasta el manantial. Le gustaba ver su rostro en las límpidas aguas de la charca que había entre las rocas. Era como si un espejo flotara en aquella desforme hoquedad. Se alizaba el cabello de azabache tegiendo diestramente una trenza. Sonreía feliz porque se sabía hermosa y así se guardaba para aquel encantador caballero de leyendas, para el principe que llegaría, como en los cuentos, montando un corcel de fuego.

No escuchó los pasos y él se acercó lentamente hasta quedar a un metro de distancia. Podia oler el suave perfume de sus cabellos recien lavados.  Ella se asustó. Su sobresalto hizo caer la peineta al agua rompiendo el espejo que ahora hacía círculos desformando el hermoso reflejo. Escondió el rostro entre las manos y cerró los ojos. No quería ver al intruso que se atrevía a deshacer tantos sueños y corrió lejos de él sin escuchar el llamado del joven. No miró atrás ni una sola vez. Sentía tanto miedo que solo supo alejarse.

El joven se acercó a la charca y recogió la peineta olvidada. Volvió la vista hasta donde se perdía la figura por entre los árboles. Sin pronunciar una sola palabra la guardó en el cinto. Con el desencanto reflejado en el rostro se alejó en su corcel de fuego mientras ella continuaba corriendo asustada, alejandote de su sueño.




CEGUERA

El hombre miraba al cielo. Buscaba escudriñando cada rincón del cosmos, hasta donde alcansaba su saber.
No deseaba continuar solo.
 Allá perdido entre las estrellas estaba el planeta Rijón.
_ Señor... _ dijo el consejero inclinándose ante el soberano en señal de respeto_ ... los eruditos han hablado. Cuentan que usted tenía razón. Aseguran que no estamos solos... dicen que pasando la frontera galáctica hay un mundo pletórico de vida. Un mundo azul donde crecen árboles frondosos, donde las aves de multicolores plumajes se confunden con las flores y los frutos. Un mundo donde las frescas aguas de los ríos bajan desde las montañas salpicando de vida las praderas para despues llegar a los mares fundiendose en un peregne abrazo. Dicen que la variedad de criaturas es incontable... pero señor... hay algo que ensombrece tanta belleza. Hay hombres... hombres que desean crecer en su ego... hombres llenos de avaricia... hombres que están matando tanta vida.
El soberano se rascó la espesa barba. En su mirada se reflejada la desilusión... los rijorianos buscaron en otras galaxias donde supieran amar. No querían estar solos pero dejaron a los hombres en su lenta destrucción.
Cuentan que hombre continuó mirando al cielo sin encontrar.







VENTANAS DE CRISTAL

Siempre anduvo solo. Se sentía bien estando así. Le molestaba el bullicio, la gente de un lado a otro como hormigas en busca del sustento. Para él, estar encerrado en su urna de cristal y aislado de todo era como un regalo de paz para el alma.
Una vez por semana recibía la visita de la señora Carmela que venía a hacer la limpieza y comprarle suministros. Una vez por semana permitía que su espacio fuera invadido por alguien porque él no necesitaba más que su tranquilidad.
_ Buen día Don Antonio.
_ Buen día.
_ Hasta el viernes Don Antonio.
_ Hasta el viernes.
Y volvía a su rutina. Desde la alta ventana de cristal miraba con horror a la muchedumbre. Los chicos pedaleando sus bicis, otros dándole patadas a un balón, aquella señora paseando un perro y el señor calvo haciendo señas a un taxi.
Solo aquel pedazo de ciudad bulliciosa y llena de gente en las mañanas y luego de vuelta a la paz de su silencio, de aquel agradable tiempo de estar solo, sin nadie que molestara.
Un viernes no vino Carmela para hacer la limpieza. Un día se asomó a su cristal y lo notó sucio. Un día no pudo ver a la señora del perro, ni a los chicos.
Entonces decidió romper su encierro. Anduvo la ciudad entera y no pudo ver a nadie. La brisa rompía el sepulcral silencio helando los huesos y haciendo que el corazón acelerara su ritmo.
Don Antonio se preguntaba dónde estaba la gente. Nadie había para responder.
Volvió a su apartamento. Cada día igual. Salia y no veía a nadie. Parecía como si la ciudad toda hubiera dejado de respirar atacada por alguna extraña enfermedad.
Don Antonio comenzó a extrañar los viernes. Deseaba escuchar aquel apagado "Buenos días Don Antonio"
Comenzó a necesitar a la señora del perro, a los chicos en las bicis, al señor que abordaba el taxi.
Don Antonio comenzó a desear no estar solo. Con lentitud extrema abrió la ventana. El silencio le hizo una caricia a su alma... ya era muy tarde. Nada había, nada era.





EL CÍRCULO

El miedo te hace valiente. La cobardía te hace inutil.

Daniel despertó. Sentía un fortísimo dolor de cabeza. Su ropa mojada se abrazaba contra el cuerpo. Volteó a un lado y a otro. Estuvo horas recordando el naufragio mientras miraba ese constante ir y venir de las olas. La espuma se desvanecía en la arena haciendo burbujas. Algunos cangrejos correteaban con sus tenazas elevadas y los largos ojos como radares buscando el alimento.
Desde siempre sintió temor a lo desconocido y nunca se aventuró a buscar un sueño.
Ahora estaba allí, en aquel inhóspito lugar teniendo el inmenso y traicionero mar frente a él. A su espalda intrincados manglares guardaban (segun él), desconocidos peligros.
Pensó en Laura. En como se perdió tragada por las fuertes olas de la tormenta.


*    *    *


Laura estaba sentada en la arena con las piernas recogidas y un montón de algas enredadas en su pelo. No podía creer que después de la tormenta, aun continuara viva.
Dió algunos pasos por la orilla de la playa buscando en el horizonte alguna señal.
Laura pensaba como Daniel. Nunca quiso andar sola y menos salir a cazar sueños. Porque eran solo eso... sueños... nada más.
Le acompañaba la pequeña franja de arena y un indescifrable laberinto de mangles.
Laura volvió a sentarse en la arena. Pensaba en Daniel.


*    *    *


Una pequeña isla había. Una pequeña isla con dos pequeñas playas. Dos diminutas franjas de arena. Una al norte con mangles en el sur; otra al sur con manglares al norte.

Una pequeña isla en el océano con una gran ciudad donde prosperaba la vida. Una ciudad donde los sueños tomaban un solo camino que se extendía de este a oeste. Nadie sabía soñar en otra dirección.
Al norte y al sur la frontera cubierta de mangles.
Al norte Daniel miraba a la nada.
Al sur Laura perdía su mirada entre cielo y mar.
En la ciudad la gente no miraba a los manglares y nadie fue a ellos.
Ninguno creyó en los sueños.




VIOLETA
Aunque le había alertado sobre los peligros de andar por las calles muy entrada la noche, Violeta decidió salir a dar un paseo aprocechando que Julián estaría trabajando hasta la mañana siguiente.
Hacía un poco de frío y una pertinaz llovizna caía sobre el pavimento formando pequeñas charcas aquí y allá como espejos que reflejaban las luces de las farolas.
No pudo reaccionar cuando unas poderosas manos la obligaron a pegar la espalda contra el muro del oscuro pasaje.
Solo podía ver los grandes ojos del atacante que cubría el rostro con un pañuelo.
Forcejeaba mientras le desgarraban el vestido, el hermoso vestido de flores que le regalara Julián.
Un fuego interior hacía que su sangre hirviera de odio e impotencia. Sufría a diario cuando en las noticias conocía de alguna mujer abusada.
Entre algunas oscuras nubes asomó un tímido rayo de luna taladrabdo la oscuridad que repitió como un terrorífico eco el horrorizado grito mientras un riachuelo de agua ensangrentada salía del oscuro pasaje.
Al amanecer llegó Julián.
_ ¿Qué te sucede? ¿Por qué volviste a tu color?
_ Sabes que mi color violeta aparece cuando la ira me corroe por dentro.
_ ¿Volviste a ver las noticias?
_ SÍ. _Mintió Violeta._ En mi planeta no suceden estas atrocidades.
Julián le acarició amistosamente el cabello y la piel de la chica volvió a tornarse rosada.




BICHO

Sus ojos estaban fijos en la presa que confiada e indefensa ignoraba que aquellos serían los últimos minutos de su vida.

El ataque llegó como salido de la nada y muy pronto el bicho masticaba calmado saboreando el botín.

_ ¿Qué tipo de depredador eres? _le preguntó el hombre que había observado todo el suceso.
_ ¿Depredador yo? _dijo con una mezcla de asombro e indignación._ Yo solo mato para alimentarme... ¿Acaso me crées humano?





LÁGRIMAS

"Tal vez de la hojarasca surja esa bella mujer de sentimientos nobles..."
Anna A Mendoza (Colombia)

_ Y alguna vez llegaron hasta este rincón las asesinas maquinas para destruir la vida. _Contaba el anciano a los niños que cada domingo venían a escuchar sus historias.
_ No  importaron las lastimeras súplicas de los arboles que lloraban sus hojas. No se escuchó el desesperado grito de las aves viendo sucumbir a sus polluelos, ni el espanto en el vuelo de la luciérnaga, la misma luciérnaga que había iluminado con su danza, la ya terminada noche. Igual a esas que ahora se mueven ente las plantas.

Los muchachos miraron a las ramas del árbol donde las verduzcas lucecitas parecían diminutas estrellas.

_ Las máquinas avanzaron decididas a destruir porque ya habían aprendido a matar. _El anciano advirtió el horror y la incertidumbre en los ojos de los niños y prosiguió su historia._ Entonces desde la hojarasca surgió ella. Era como un halo de luz aunque se veía tristeza en sus ojos de madre. Su llanto colmó los ríos y nuevamente se llenaron los mares. Tanto dolor y nobleza se extendió por toda la tierra que aprendió otra vez a engendrar hijos. Las máquinas dejaron de transpirar muerte y los hombres volvieron a ser hombres.

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